A pesar de lo fascinante de la cd vista desde arriba, esa masa imponente como mar de estrellas por las noches despejadas, al estar ahí arriba no puedes no sentir fragilidad.
El viento golpeando el rostro, los giros sin fin en los que ves una y otra y otra ves los edificios por un lado, las montañas por el otro, lo diminuto de las personas allá abajo que semejan hormigas desorganizadas que van hacia un lado y hacia otro sin ningún patrón aparente.
No puedes no pensar que pasaría si cayeras en picada desde esa altura, son minutos que se hacen eternos en los que la adrenalina se activa totalmente, quizás cierras los ojos para esconder tus miedos, quizás ahogas un grito, o quizás simplemente no puedes ni gritar porque tampoco puedes ya respirar, quizás si sale ese grito de júbilo para esconder un grito de temor… y de pronto un beso a la persona que amas y en ese microsegundo te evades de todo, ahora estás en una tranquilidad dulce y agradable, pero solo es un instante inmerso en otro instante que sientes que sientes que es eterno, poco a poco empiezas a bajar y el miedo se disipa, estás en un lugar más seguro, otro beso también más seguro, finalmente eres otra más de las hormigas que van de un lado a otro en busca de otra microaventura, vas de la mano de quien amas, eres feliz.
Ahora estás sobre un riel sin fin, te gira, te eleva… bajas, todo a una velocidad vertiginosa, de nuevo sientes temor, pasa lentamente el tiempo aunque en realidad son unos segundos, vas de la mano que te alienta a seguir, que te da tranquilidad. Tienes miedo pero eres valiente, abrazas tu miedo y eres feliz.